Guía de los pueblos más bonitos del concejo de Mieres
Mieres, un rincón pintoresco y lleno de encanto en la región de Asturias, al norte de España. En esta guía, conoceremos algunos de los pueblos más bonitos que conforman el concejo de Mieres, cada uno con su propia historia y atractivo.
Ablaña
Situada a orillas del río Nicolasa, Ablaña se divide en dos partes: Ablaña de Abajo y Ablaña de Arriba. Este pequeño pueblo es un testimonio vivo de su pasado industrial minero, que dejó huella en su paisaje y cultura. Se encuentran a 3,5 km de Mieres.
Ablaña fue un nudo crucial de comunicaciones gracias a sus dos estaciones de ferrocarril. La línea de ferrocarril de RENFE conecta Gijón y Puente de los Fierros, dividiendo el pueblo en dos partes distintas.
Uno de los íconos de la actividad minera en la zona es el Pozo Nicolasa, que sigue siendo un foco turístico por su larga historia.
Ablaña de Abajo, la parte más antigua, tiene otras zonas turísticas como el Palacio de Quirós, capillas y un antiguo lavadero.
Cenera
Conocido por su belleza natural y su capacidad para resistir la revolución industrial, Cenera es un valle y un lugar perfecto para desconectar en la naturaleza.
Encontrarás dos palacios imponentes otorgan a Cenera: el Palacio de Abajo y el Palacio de Arriba.
“El Cantu”, un área recreativa, es también un regalo dentro del paisaje de Cenera. La aldea también es hogar de hospitalidad y ofrece múltiples rutas senderistas que permiten explorar el entorno natural de la zona, como el Cordal de la Sega.
Baiña
Baiña es un pueblo conocido por su heroica historia. Fue desde este lugar que los primeros guerrilleros desafiaron a las tropas napoleónicas. El terreno montañoso y los densos bosques jugaron a su favor.
El Palomar de Baiña es un tesoro arquitectónico. Ubicado en las Cuestas de Baiña, muestra la arquitectura rural de la comarca. Baiña es reconocida por sus rutas a pie y en bicicleta, que aprovechan su entorno montañoso.
Bustiello
Bustiello nació entre 1890 y 1917 de la mano de la Sociedad Hullera Española. Este poblado lleva consigo la visión del segundo Marqués de Comillas, Claudio López Bru, quien buscaba armonía entre obreros y directivos.
El casino, la escuela de niños (hoy albergue juvenil) y el economato dieron vida a la comunidad. El sanatorio, construido en 1902, fue ampliado y es hoy un símbolo arquitectónico de gran valor.
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